domingo, 20 de noviembre de 2016

Sociedad enferma y manipulada

    Contemplo a diario y ya sin sorpresa como esta sociedad española se echa a perder manipulada por los medios de comunicación. Medios a la vez manipulados por el buenísmo absurdo e injustificado.
Esta vez me sorprende que nadie salga a explicar el porqué del resultado del "experimento" de Unicef de la niña de seis años sola en la calle. Creo que cualquiera con sentido común podría explicarlo, pero a lo mejor no tiene tiempo o no quiere abrir una polémica injustificada tras lo simple de la expicación y lo simple que es entender el porqué de la misma.

Me refiero a este (Enlace eliminado) "experimento".

Voy a explicar lo que sucede en las calles de las grandes urbes cuando uno ve a una niña bien vestida y aseada que parece perdida y lo que sucede cuando ve a una niña de la misma edad pero con harapos y desaseada.
Resulta que el cerebro humano tiene la capacidad de aprender, y cuando uno capta la imagen de la niña aseada da por hecho que se acaba de perder hace unos minutos y sus padres deben estar no muy lejos y probablemente muy disgustados. Busca uno a un policía, identifica a la niña, llama por teléfono a los padres o lleva a la niña al domicilio que esta tiene por habitual. Parece fácil y lo es, aunque puede complicarse por alguno de los factores anteriores es factible que la niña en cuestión de horas esté en casa con sus padres.

¿Qué sucede cuando la niña está vestida con harapos y desaseada? Pues que como el cerebro humano aprende, sucede que en algún momento le ha llegado la siguiente información:
Hay etnias que sueltan a los niños a las calles a pedir dinero y los tienen localizados o no, porque a los padres de esos niños bien puede también importarles un pimiento el bienestar de los mismos.
Hay niños por las calles que además de pedir están educados en el hurto por despiste.

Conozco más de una caso en el que un conocido estaba en una terraza tomando un refresco o una cerveza y tras darle una pequeña limosna a uno de estos inocentes niños se ha percatado de que su teléfono móvil también ha desaparecido como el agradecido niño hizo tras embolsarse la limosna.

Creo que he dejado bastante claro lo diferente que es encontrarse con una u otra niña que parece desamparada y perdida en las calles de la ciudad.

Es la segunda vez que nos bombardean con este "experimento" y me temo que esta segunda vez lo hacen por la cercanía de la fecha a la Navidad. Se supone que en Navidad todos estamos mucho más dispuestos a dar limosnas y todo eso porque también suponen los artífices del "experimento" que no tenemos la conciencia tranquila. En mi caso se equivocan completamente.
Ya hace tiempo que los medios intentan criminalizar a la persona de a pie que se gana la vida dignamente y con su esfuerzo diario, y cualquiera puede darse cuenta de ello en ejemplos como el que acabamos de aclarar aquí. Creo que el fin es que se nos olvide el perjuicio que algunos de estos pedigüeños provocan en nuestras calles, propiedades privadas, arcas de Estado etc, etc, etc...

Espero haber sido de ayuda a quien no se haya dado cuenta por sí mismo del porqué del resultado del "experimento", aunque sinceramente dudo que haya alguien que no se haya dado cuenta ya de todo esto. Mi opinión es solo mi opinión (o no solo mía).

Saludos a la gente de bien.


martes, 23 de agosto de 2016

Las vacaciones de la gentuza

    Tras las vacaciones todos tenemos alguna anécdota curiosa que contar; curiosa, divertida o asquerosa.
La verdad es que no me pilló tan de sorpresa el hecho que presencié este verano en la piscina de un modesto hotel de una famosa localidad en el levante español. Y no me pilló por sorpresa porque conozco a ese 35% de compatriotas muertos de hambre que se creen el Rey de la carretera porque han llegado a juntar 500€ en todo un año para pasar las vacaciones.

En la entrada de la piscina del hotel figuraba un cartel perfectamente legible en el que entre otras cosas ponía: "No está permitido reservar las tumbonas de la piscina".
Pues bien, a eso de las 10:00 tras desayunar me encontré en la piscina con cuatro tumbonas "reservadas" de la siguiente manera: Cada una tenía encima una toalla o pareo, y encima de cada uno de esos trapos había una silla (también de allí, de la piscina) para que no se volasen los trapos si hacía algo de viento.

A las 10:45 la piscina estaba bastante llena de gente que había respetado hasta el momento la "reserva" de esas tumbonas que algún ente superior había realizado a primera hora de la mañana.
Sigue pasando el tiempo y el socorrista que ha empezado su turno a las 10:30 ya está harto de ver que sigue llegando gente y no tiene sitio gracias a la "reserva" del/los susodicho/s. El socorrista no puede más y desmonta el chiringuito de toallas, pareos y sillas para que la gente decente pueda ubicarse en la piscina. La gente empieza a ubicarse y ponerse cómoda y yo sigo leyendo mi libro (pero alerta y a la espera de acontecimientos).

A las 11:40 aparece un gordo de unos 55 años con un chaval de unos 12 y se van acercando al sitio "reservado" boquiabiertos y con paso titubeante. Observo que hablan vehementemente con la gente que está tumbada en las tumbonas "reservadas" y éstos les despachan rápido y con pocas explicaciones.
El gordo, aparentemente indignado sale raudo hacia la silla elevada del socorrista y le espeta algo levantando el dedo índice. El socorrista también le despacha rápido, supongo que le contó lo del cartel de la piscina.

El niño del gordo se tira a la piscina a nadar, el gordo está esperando a otros dos zurullos, mujer e hija o similar, así que está nerviosísimo porque no tiene donde sentarlas/tumbarlas. Con lo cual empieza a robar sillas y tumbonas a quienes se están bañando y se descuidan. Al poco tiempo aparecen dos "señoras" feas y otro señor más delgado que el protagonista del hecho. El gordo les cuenta que su brillante plan ha salido mal, pero que se vayan sentando en los asientos que va él robando y así lo hacen. El delgado ni pincha ni corta. Quizá ha llegado a la conclusión de que no se puede ir de listo por la vida, se sea un mierda o no se sea.

Yo me quedé con las ganas de haberme acercado y haberle dicho al oído: "¿Da por culo no poder sentarse cuando está todo ocupado, verdad seboso? Pues mientras tú y tus mierdas paseábais por la playa, esta gente no tenía donde sentarse/tumbarse." Pero como soy un hombre que respira profundamente siete veces antes de actuar cuando algo no me atañe directamente...me contuve y disfruté viendo como esa basura de persona robaba a escondidas las tumbonas y sillas que podía.

Cuando veo ese tipo de gentuza y me paro a pensar que son mis compatriotas me pongo malo. Pienso sinceramente que hace falta una buena educación férreamente impuesta. "La letra con sangre entra" ¡Qué gran verdad!

Saludos para la gente decente.